Digeriendo Aftersun, o como temer a la memoria

Andrés H.
5 min readMay 3, 2023

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Imagen del Poster oficial, tomada de https://www.imdb.com/title/tt19770238/mediaindex

Aftersun, es el film debut de la directora Charlotte Wells. Protagonizado por Paul Mescal ( más conocido por su trabajo como Conell en la también brillante serie Normal People ) y Frankie Corio como Sophie. La película es una exploración de la relación padre hija, con tintes de cómo es crecer y buscar encajar cuando se va dejando de ser niño, así como una meditación sobre nuestra relación con la memoria, los recuerdos y cómo los preservamos.

Se trata de un film brillante, que me ha tenido en un estado de pausa desde que lo vi. Y de el cual estoy seguro que podré encontrar valor en futuras visitas.

Lo que parece en la superficie una tranquila vacacion en turquía, lentamente adquiere un tono más sombrío. Conforme la película nos va enseñando que se trata de los recuerdos de Sophie y de la última vacación que pasó con su padre. Lentamente, como despertando de un largo sueño luego, de un aún más largo viaje. la película va revelando los pequeños detalles de la relación y lentamente también se nos va mostrando a una Sophie adulta, que ahora a una edad presumiblemente similar a la que tenía su padre en esas vacaciones, busca reencontrarse con esos recuerdos. Con la figura de su padre bailando un último baile, con la paradoja de aferrarse a él para una última danza y a la vez rechazar aspectos de su relación.

Aftersun vive desde su inicio en ese espacio onírico. Del recuerdo y las grabaciones de videotape, del lento paso de la vida en las vacaciones. Las primeras escenas se sienten pesadas y lentas. Largas tomas de Calum y Sophie recostados en una cama o bajo el sol de Turquía, cuidando el uno del otro, dejando pasar las horas, como se suele hacer en una vacación en un resort remoto. Casi que puedo sentir ese sol sobre mi rostro, o el agua fresca de la piscina. Es imposible abstraerse de más al ver la película y así fue como termine yo mismo recapitulando mis recuerdos en el mar, preguntándome porque todo resulta de alguna forma familiar. No soy un padre, no espero serlo por lo pronto, tal vez es porque soy un hijo y entonces me veo forzado a recordar mis propios padres, ponerlos en playas lejanas, en lentas vacaciones en el mar. En mis recuerdos que el tiempo se va llevar lentamente.

El estado mental de Calum no me es del todo ajeno. Ese sentimiento de estar presente, físicamente, en un lugar mientras la mente grita otras cosas. De poner la mejor cara para los que amamos, para escudarles de aquello que nos lastima tanto y que creemos, no serían capaces de entender. Las meditaciones en frente del océano pueden tornarse de colores diferentes, significan algo en el momento en que las vivimos, y un sentimiento diferente cada vez que nos atrevemos a revisitar la memoria.

El ritmo de la vacación continua, ese ritmo lento, de despertar de un sueño, es lo que permite a Aftersun tan efectivamente capturar y envolvernos en la memoria y recuerdo de Sophie, en el redescubrimiento de su padre muchos años después de los eventos registrados en cámara. En los eventos preservados. Vale la pena detenernos a pensar en la forma como preservamos nuestros recuerdos. Por mi parte sé que el material que se conserva de mis días de infancia es limitado y por mi parte hago también pocos esfuerzos por conservar de manera consciente recuerdos de mis días actuales. Quizas deberia hacerlo, aunque en ocasiones parece una tarea imposible, una batalla perdida antes de empezar. La memoria va a flaquear lo queramos o no, los intentos de preservar la vida en fotos y videos muchas veces se quedan cortos. ¿Cómo aislar lo que importa de todo el ruido? la esfera de la información está saturada y entre un mar de filtros y post perfectamente curados es muy fácil perderse. Y sin embargo el desapego a los pequeños momentos y recuerdos tampoco puede ser una respuesta. Es fácil burlarse del que le toma una foto a cada taza de café del Starbucks, es fácil olvidarse que el tiempo no perdona a nadie y que antes de que nos demos cuenta nuestras memorias también se harán débiles, poco confiables, y la taza de café se va a tornar más dolorosa de ver, y no hay filtro de Instagram que pueda con la nostalgia de los años.

Una de las ideas que no deja de pasar por mi mente es cuánto dejamos pasar cuando somos niños — y cuanto más entendemos en cierta forma aun cuando somos incapaces de darle un nombre y uso — acerca de lo que transcurre alrededor con nuestros padres y cuidadores. Cada vez que volvemos sobre fotos viejas, volvemos sobre una nueva versión de nosotros mismos, pero repasamos en pixeles o en tinta esas versiones que creemos congeladas en el tiempo. Y sin embargo no es así, cada vez que miro una foto vieja puedo estar buscando sentir cosas diferentes. ¿Qué sentiré en unos años? ¿Que sentían mis padres en esos momentos? ¿que sentiremos mañana?

Sophie ve a través de esas imágenes inquietas de cámara de mano a su padre, un hombre que claramente no pasa por sus mejores momentos. El dinero es apretado, su vida sentimental parece en desarreglo, problemas para dormir, depresión. Pero de forma más interesante, la película no parece entregarnos un motivo puntual o específico para explicar el porqué de su condición, así es la depresión, muchas veces no hace falta un solo motivo, un evento que pueda señalarse como la fuente de esos sentimientos incapacitantes. Calum lo intenta, libros de meditación, Tai chi, tiempo de calidad con la persona que más ama. Tristemente, muchas veces, la mayoría de las veces, no es suficiente. El amor no todo lo puede. Pero no nos queda más que intentar.

Una escena en particular que terminó revisitando en mi propia memoria, ese momento de en que Sophie describe esa sensación de cansancio luego de tener un dia increible, pero que no termina ser de satisfacción, sino más bien de agotamiento, de pesadez de sentir cada movimiento de los músculos y huesos en tu cuerpo doler, esa sensación de solo sentir que te hundes, acaso bajo tu propio peso. Y Calum, observándose en el espejo, ojos y mente agotados, entiende cada una de sus palabras. Así se siente él, cada hora, cada día. Siempre es un poco más difícil — y a la vez más real — cuando alguien más logra poner nuestro dolor en palabras — quizás por eso valen la pena los terapeutas, y los amigos.

Calum rebobina las escenas de su día mientras Sophie duerme. Con el tiempo ella hará lo mismo, con el tiempo todos haremos lo mismo, volver al pasado de la única forma que podemos. Mientras esperamos que esos viejos fantasmas se queden atrás, que el flash de la cámara pueda ahuyentar a los espectros.

Aftersun vivirá en mi recuerdo con la misma lucidez que se recuerda una vacación en la playa, la candidez de un recuerdo que siempre toma nuevos ángulos, el caleidoscopio de la memoria que todos de cuando en cuando nos atrevemos a observar, esperando siempre, que el reflejo que encontremos nos vea un poco más felices que ayer.

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