Epsilon 12

Andrés H.
8 min readMay 12, 2020

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Fantasías de cuarentena II

Para Anna, nada supera la emoción del día en que se completa el ciclo y las naves regresan al puerto de Epsilon-12.

Entre ciclos, Epsilon-12 es un punto muerto. Las estrellas moribundas en la distancia y la cuenta regresiva inexorable en cada una de las enormes pantallas del puerto — conteo que indica el final del ciclo — tan solo le recuerdan la profunda soledad de habitar en uno de los menos interesantes puertos galácticos que componen el llamado primer cinturón de exploración. Incluso si no vive por completo en solitario — Episolon-12 es también el hogar de una docena de autómatas de primera y segunda generación, capaces de sostener conversaciones humanas de grado III — hay soledad en la repetición, la repetición que trae consigo la llegada y partida de cada ciclo.

Sabe — O por lo menos supone — que Epsilon-12 es el menos interesante de los puertos circundantes. Las historias que escucha de los viajeros que allí llegan al final de cada ciclo así lo confirman. Otros puertos cuentan historias de guerras en planetas cercanos, o cataclismos devastadores. Epsilon-12 es en comparación una pequeña taberna donde refugiarse mientras pasa la lluvia.

Recuerda la historia de un hombre llamado Remor. Remor compartió con Anna algunos detalles de transportar bienes fuera del cinturón en la singular ruta que pasa por Epsilon-12 al final de cada ciclo. Remor dejo la estación el ciclo anterior. Ahora debe estar seduciendo nuevas camareras en puertos inalcanzables.

— Creo que yo podría hacerlo — contesto Anna mientras llenaba de nuevo la taza de café de Remor. Era el final del ciclo anterior y Remor se habia anticipado a todos los demas, de manera que encontró el restaurante y posada solo para el y su tripulación: Dos hombres pequeños que hablaban un idioma incomprensible para Anna. Luego de indicarle los deseos de su tripulación Remor ordeno el café. La posada de Epsilon-12 no siempre esta abastecida y Anna ha perdido la cuenta del numero de veces que ha tenido que llamar a seguridad cuando un frustrado navegante enfurece ante la imposibilidad de saciar sus deseos.

Remor tiene suerte y tan solo hace tres ciclos un cliente olvido una bolsa completa de café y — si la etiqueta es creíble y las traducciones fiables — es café crecido en suelo y luz de estrellas, contrario a los derivados estelares que se cosechan bajo lamparas calurosas y nutrientes artificiales en los complejos agrícolas orbitales de este lado del cinturón.

— Todos a los que he conocido en la ruta dicen lo mismo señorita… ¿cual es tu nombre? — Remor debe tener unos 30 años, de cabello negro y ojos castaños, debe llevar pocos años en el empleo, y seguramente tiene un pasado atormentado… Anna puede leer todo esto con solo saber que esta allí, ningún hombre joven elige el oficio de carguero. El oficio los termina encontrando, hombres destruidos y sin fortuna o deshauseados buscando un ultimo chance de redención, también los hay criminales incorregibles, persuadidos por la promesa del perdón y olvido al final de la ruta

— Mi nombre es Clara-12 — Anna suele probar nuevos nombres cada ciclo, entre todos sigue pensando que su nombre real es su favorito y desde entonces decidió no dárselo a ninguno de los viajeros que pasan por el puerto.

—¿ Clara 12? ¿que ocurrió con las otras once Claras? — Aquel chiste era común cuando agregaba un numero a un nombre, la respuesta la tiene tambien ensayada.

— Claramente, huyeron con los once anteriores cargueros — Y tras una corta risa Remor continuó.

— Todos creen que no tienen nada que perder, o por lo menos todos los que frecuentan estos puertos.

— Y la mayoria de las veces es cierto — replico Anna — Tu visitas los puertos al final de cada ciclo y cada puerto es diferente, para mi el puerto es el mismo pero la gente es diferente. De una forma u otra los dos estamos atrapados en la ruta.

— Bueno, no es fácil escapar de algo infinito como el universo señorita — Remor bebé su café sin mucha prisa mientras nuevas naves empiezan a aparecer a la distancia. Algunas se acercan lo suficiente para aparcar en alguno de los largos brazos de aparcamiento que componen el puerto Epsilon-12. Luego de aparcar la cinta transportadora toma una o dos horas estándar universales en llevar a los tripulantes hasta el comedor. Allí podrán descansar por algunos días memoriales terrestres, antes del final de ciclo, momento en el que deberán volver a las naves y continuar sus caminos. Anna instruyó a otros miembros del personal a atender los clientes que se aproximan, por ahora, ella esta concentrada en conocer la historia del inusualmente joven carguero.

— Nada es infinito, tiene que haber algo final de estas rutas — replicó ella

— No lo hay, esa es la esperanza de los que tomamos el trabajo aunque sea lo contrario al sueño de los que se quedan — Incluso el mismo Remor parece sorprendido por sus palabras. Anna ha escuchado antes algunas variaciones sobre el mismo tema; desde somos felices porque no volveremos, hasta mis hijos me recordaran como un héroe. Y en cierta forma lo comprende, quienes terminan tomando el trabajo de cargueros cuentan con bastante tiempo tiempo libre entre cada ciclo, entre cada estación de abastecimiento, tiempo con el cual reflexionar sobre lo que han visto, con lo que quedo atrás, tiempo para pensar frases para impresionar camareras en posadas estelares. Lo único que no pueden permitirse es el lujo del arrepentimiento. Carguero sera el último trabajo que tengan en vida, sin vuelta atrás, sin funerales o amigos, sin mensajes de despedida. Solo la ruta interminable por delante y un nuevo carguero que guiar la nave.

— Me gusta pensar que algún día eso cambiara — continuó Anna — que un buen día la ventana del ciclo se abrirá en la dirección opuesta y que alguien regresara.

— Bueno, todos sabemos que es imposible, pero si llega a ocurrir… seguro que una posada sera el mejor lugar para atestiguarlo.

— ¿A que te refieres? — Preguntó Anna sin darse cuenta que sirve para los dos la segunda taza de café.

— En estas rutas no hay nada más que estaciones de abastecimiento señorita, y como sabes ninguna de nuestras naves puede salirse de las rutas trazadas por los ciclos… si en algun momento las rutas llegan a invertirse… los millones de posaderos a lo largo de la ruta serán los primeros en enterarse.

— Entiendo. Bueno eso hace ligeramente más interesante este trabajo… — Sonrió — esperar durante cada ciclo en la soledad de la estación puede llegar a ser aburridor… creo que ya conozco cada rincón de Epsilon-12. Podrías dejarme con los ojos vendados en cualquier lugar de la estación y en poco tiempo encontraría el camino al comedor.

— Señorita, cuando pongo una venda en los ojos de una mujer no es mi intención dejarla abandonada en una posada — Remor era atractivo, sin embargo Anna ya había decidido pasar de él.

— Puedo imaginarlo… ¿Cuanto tiempo llevas? — Una pregunta usual para los cargueros, con un paralelo similar a la que se haría a un compañero de celda al llegar a prisión, con la diferencia de que el carguero no tiene respuesta a la pregunta que suele seguir ¿Cuanto te falta?.

— Llevo quince ciclos.

— ¿Que has visto? — No todas las rutas son iguales. Anna ha conocido cargueros provenientes de diversos sistemas estelares. Una vez conoció un hombre que transportaba cartas a cualquier potencial sobreviviente de una adinerada familia que pereció en un accidente planetario. Una poco tradicional encomienda para asignar a un carguero, después de todo incluso si el hombre se las arreglaba para encontrar algún descendiente vivo más allá de Epsilon-12, nadie puede regresar por el mismo camino, ningún mensaje puede ser enviado de regreso, cruzar el cinturón es reiniciar el tiempo.

— No mucho en realidad, quince aburridas estaciones de abastecimiento, no me molesto para nada dejar esos sitios sabiendo que no los volveré a ver

— Que pasara cuando no sea así, cuando quieras quedarte en un lugar, que tal te enamores o sencillamente no quieras seguir conduciendo la nave.

— Bueno, pues sabes también como yo, que puedo abandonar la nave. Elegir no cruzar el cinturón por uno o dos ciclos y luego, por supuesto morir.

Por lo menos Remor esta bien informado. Anna a conocido cargueros que ignoran ese pequeño detalle del contrato. O te mueves con el ciclo, o mueres. Los contratos organizados por la federación son cuanto menos, sombríos.

— La pregunta es entonces, ¿Escogerías una muerte segura en lugar del deber?

— Lo dudo señorita, aprecio mi vida grandemente.

— No lo suficiente como para no elegir el oficio de carguero….

— Dije que la aprecio, no que tengo un buen uso para ella — Remor sonrió una vez más. Afuera más y más naves se ven aparecer en el horizonte, pronto estará mas ocupada atendiendo clientes y negociando con otros cargueros por suministros para la posada. Comida fresca, bebidas nuevas y algún que otro producto exótico para deleitar futuros visitantes. Anna le gusta mantener su pequeño oasis en el espacio tan reconfortante como los suministros lo permitan.

Ante el breve silencio Remor continuo.

— La ruta… todo gira en torno a la ruta ¿sueles pensar en ella?

— Claro que lo hago, todos en este lado del cinturon se preguntan que hay al cruzar. y cuando lleguen al siguiente puerto se preguntaran por la siguiente, y todos volveran a su encender sus naves con la llegada del ciclo… cruzar al siguiente punto de la ruta sin saber que espera del otro lado. Y sin opcion de regresar.

— Esta no fue la exploración espacial que nos prometieron — gruño Remor ligeramente, antes de dar un ultimo sorbo a su taza

— Quizás esa exploración soñada es lo que aguarda al final de la ruta…la federación se ha empeñado por eones en mantener la ruta abierta, en enviar sumistros y equipos más allá del cinturon, aun cuando nunca se lleguen a oir noticias desde el exterior…Ya deberiamos estar acostumbrados a que la realidad sea diferente a la de soñadores y visionarios. Siempre ha sido asi.

— Tienes razón, quizas nos hemos estado moviendo de ciclo en ciclo y estación en estación sin mirar atras incluso antes de que se encendieran las primeras naves.

— Por lo menos ahora tengo una vista increible — Dijo Anna, volteando la mirada al gran ventanal que de la cafeteria da al inmenso espacio inexplorado más allá de su pequeña posada estelar. Las naves siguen llegando y en contados instantes estará muy ocupada como para poder disfrutar la vista. Las estrellas moribundas en la distancia se mezclan con las luces de naves de carga y por breves instantes Anna recuerda que no volvera a ver a ninguno de los clientes que atendera. Es curioso pensar como muchos negocios dependen de una clientela recurrente, pero el de Anna es un lugar al que no podras volver. Orbitando un planeta abandonado Anna se pregunta por el dia en que finalmente decida dejarlo todo atras, cumplir una vieja promesa y cruzar el cinturon. Abandonar Epsilon-12, para cargar mercancias sin nombre a planetas nunca antes vistos por los ojos de un humano de este lado del cinturon, de este lado del tiempo. El pasado.

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