Mark Fisher en el fin del mundo

Andrés H.
6 min readApr 30, 2024

Don’t Look Up y el Realismo Capitalista

Don’t look up — Netflix 2021

El tiempo terminará por darle la razón a Mark Fisher. Fisher, uno de los teóricos culturales más importantes del siglo XXI, se ha convertido en una de las influencias más importantes para mi. Sus ideas y críticas, presentadas principalmente en sus dos libros más famosos; Ghosts of My Life, y Capitalist Realism, encapsulan una aguda y precisa crítica de la sociedad moderna, que, en mi opinión, resulta esencial para entender el estado actual del mundo.

Recientemente, comencé a leer las viejas entradas del blog — K punk — con que Fisher inicialmente gano notoriedad y enemigos en la blogosfera de los 2000s. Las entradas del blog reflejan las mismas ideas que sus libros más populares buscan divulgar. Entre estas ideas, el concepto más importante para Fisher, es la idea del Realismo Capitalista (Capitalist Realism). Explorado por medio de anécdotas y comentarios, que reflejan, sobre todo, el cansancio, agotamiento y frustración que son el resultado de nuestra continua interacción con un mundo mediado por el capital.

Para Fisher — Y estoy convencido de que su apreciación no es exclusiva — El Capital, con C mayúscula — no es tan solo una ideología o propuesta económica. El Capital y capitalismo se las han arreglado para permear cada espacio de la sociedad, de las interacciones humanas, cada posible punto de contacto con otros se va erosionando, en recortes de presupuesto, en “tenemos que apretarnos en cinturón porque son tiempos difíciles” y todas estas medidas, terminan por servir al Capital, erosionando las alternativas desde el interior.

Cuando hablamos de Capital, la mente suele irse a bancos, Wall Street y Silicon Valley, y aunque es cierto que los anteriores controlan uno de los brazos más importantes del Capital — Acceso a servicios financieros, acciones, préstamos y etc — Para Fisher, la cualidad más perversa del Capital es su habilidad para infectar todo lo demás, para alimentarse de la fuerza vital de trabajadores llevados tan solo al borde de la miseria, lejos de cualquier idea que pueda siquiera considerarse como una alternativa válida.

No se puede escribir un post hablando de Mark Fisher sin mencionar la frase que su libro popularizo: Es más fácil imaginar el fin del mundo, que el fin del capitalismo. Esta frase me recuerda inevitablemente la película Don’t Look Up, protagonizada por Leonardo DiCaprio y Jenifer Lawrence. En el film, astrónomos descubren un meteoro que amenaza con acabar la vida en la tierra. En este marco, la película explora como todos los intentos por encontrar una solución son entorpecidos por un sistema burocrático y estúpido, por medios obsesionados con celebridades y billonarios ilusos con sueños de escapar a Marte — go figure — Don’t look up es el resultado de ese sistema. Y aunque los momentos más ridículos de la película — tales como el debate en TV con los astrónomos, o los conciertos luminosos para llamar atención al problema de la exterminación total — son presentados con un toque de comedia, es más difícil reírse cuando, observando con cuidado, podemos imaginar 100% que ese tipo de escenarios se presentarían en nuestro mundo real

La idea de un estado negligente y unos medios complacientes como los causantes de toda una serie de problemas sociales, no es nueva. Pero en el marco del Capitalist Realism de Fisher, es incompleta. No se trata tan solo de que el estado corrupto y los medios dispuestos a desinformar con tal objetivo de hacer más ganancias, son fallos en el sistema, si no más bien es el sistema funcionando como lo require el Capital. Las formas de producción moderna necesitan de un público alienado, agotado, lo suficientemente cansado para no tener ninguna capacidad de organización social, pero lo suficiente miserable y dependiente del poco trabajo que el sistema pueda ofrecer. Más aún, esta forma de organizar la sociedad, no hace solo más difícil cualquier tipo de acción conjunta o cambios, la hace ontológicamente imposible. No podemos concebir el mundo fuera de las estructuras económicas y sociales del capital, años y años de repetición, de las promesas — Fallidas — de prosperidad del neoliberalismo, han sencillamente aniquilado cualquier forma de oposición, incluso desde un nivel conceptual. Nacemos en el capitalismo, respiramos capitalismo y cuando nos entierren alguien tendrá que sacar un crédito para poder pagar una parcela en el cementerio.

Don’t Look Up no termina con una acción heroica, o la derrota del mal, o la victoria de la humanidad. Al Final, el meteoro sencillamente aniquila el planeta, y todo lo que podemos hacer es pasar unos últimos minutos entre amigos y familia, justo antes de abrazar el destino final. Incluso este final, resulta más esperanzador que el End Game del Capitalist Realism en realidad, la fantasía final del Capital es, en palabras de Fisher:

La utopía realizada del Capital, sería un planeta completamente quemado, lleno de fábricas automáticas produciendo mierda que nadie quiere comprar y con nadie vivo para comprarlas de cualquier forma, porque las condiciones para la existencia de esas fábricas es la destrucción misma de un entorno en que los humanos puedan vivir. ( K-punk blog, Democracy is Joy)

Don’t Look Up ha sido interpretada como una metáfora de la lucha contra el calentamiento global, y las estúpidas reacciones de los personajes que en la película representan el gobierno, como una sátira apropiada. Y es que cualquier persona medianamente sensible y empática, va a estar del lado de nuestros protagonistas — Los astrónomos que en ocasiones parecen las únicas personas razonables en todo el planeta — y aun así, las conversaciones sobre cambio climático en la vida real están siempre cargadas de escepticismos y “peros”. El Capitalist Realism nos ha entrenado así, es imposible tener una discusión en torno a esta amenaza existencial, que no incluya las palabras margen, financiamiento y ganancias. Y como resultado, tenemos los pronósticos más oscuros para los años venideros.

Creo que el punto más importante de Fisher y otros críticos culturales modernos, como Byung-Chul Han, es la internalización de estos sistemas. Los nuevos sistemas de control no son físicos o políticos, son internos, psíquicos, el policía y carcelero más eficiente vive en la propia mente. La victoria del neoliberalismo — lograda por medio del acceso a medios masivos y la repetición incansable, así como el fracaso de otras políticas alternativas — es hacernos creer que todo esto es natural, que una consecuencia natural del progreso y el liberalismo, es la miseria. Y que eso está bien mientras pueda se pueda comprar.

Las ideas de Fisher pueden ser tan iluminadoras como frustrantes y depresivas. Sus ideas no incluyen recetas de autoayuda o automejora, Mark Fisher es bastante escéptico de estas soluciones — La crisis global de la salud mental no puede ser entendida fuera de sus implicaciones y causas políticas — las mismas existen bajo la sombra del Capital, y la mercantilización de la salud mental es otro problema que se presenta, uno que el mismo Fisher vivió en carne propia, hasta su trágica muerte en el 2017.

Al final de Don’t Look Up no hay planeta para salvar, la extinción definitiva parece ser la única alternativa ante una realidad que nos parece indistinguible de la nuestra. El fin del juego del Capitalismo, nos dejará un planeta baldío y en llamas, lleno de fábricas y algoritmos, comprando y vendiendo las 24 horas del día. Es difícil pensar en un futuro que guarde algo de esperanza, y esa tendencia se evidencia en la cultura y media que se produce y consume. La esperanza es ingenua. Pero el capitalismo empezó también como esperanza — de ganancias, prosperidad, crecimiento infinito — quizás el primer paso para sacudirnos del letargo de la modernidad, sea volver a tener algo de esperanza.

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