to H.P., little mouse.
Quienes saben de procesos y métodos podrían dar algún tipo de razón. Y van a hablar de algunas recetas especiales, de horas en las que la luna parece sobreponerse incluso a las más insistentes nubes. O hablaran, por ejemplo, de los lugares donde en la antigüedad el indio caminaba en lugar del hombre blanco y de tierras santas donde no hace falta sembrar semillas para encontrar plantas, donde basta con la voluntad de los hombres y una gota de rocío para que de allí empiezen a emerger las flores. Y hablar de magia soñando la magia, esperando por esos resultados esperados, y comprar los trinquetes, seguir las cabañuelas y pintar las puertas de colores.
Pero lo cierto es que, preparaciones puntuales deben hacerse, para poder encontrar angeles rosas entre flores amarillas.
Es bien sabido que no han de llegar por su propia cuenta. Que el tiempo los ocupa en labores varias, en lugares diversos y destinos innombrables. Angeles rosas que se asoman en las puertas de hospitales, donde nace un niño y sonríe por primera vez, o que se aglomeran en aeropuertos y terminales esperando por que aquellos abrazos terminen su larga pausa y también los ojos dejen de estar tan secos de polvo y distancia.
Y aunque aquellos momentos resulten imposibles de producir en una fábrica, y escapen de la compresión de manufactureros y artesanos, preparaciones deben ser hechas. Es preferible si se está solo. O por lo menos muy consciente de que se está solo, se puede estar rodeado en una multitud o en medio de conversaciones joviales que parece pueden durar hasta el amanecer, pero lo cierto es que al final las luces se apagan y las horas del día se agotan. Un suspiro antes de dormir que deje salir esos últimos alientos, un pensamiento sincero de: caray, pero que solo estoy, mientras una sonrisa aun pinta tu rostro, harán parte de ese silencioso ritual.
Se necesitan flores. El ángel ha de aparecer entre flores amarillas. Los colores pueden variar, las más azules han de conjurar algunos sentimientos tristes, pero eso no es motivo de pánico, ya que en ocasiones también hace falta un ángel rosado para llorar. Unas flores rojas pueden ser ideales, para cuando ese ángel ya se ha visto en otras ocasiones, para cuando los rituales se hacen menos necesarios, para cuando es lo primero que ven tus ojos al despertar y entonces otros colores resultan insuficientes para decir las cosas. Rosas rojas para un ángel rosa y una vida de buscar las palabras que faltan.
De manera que elegir las amarillas es prudente. Y entonces los jardines deben ser plantados y esto ha de requerir cuidado. Cuidado, tiempo y uno que otro abono poco convencional, en la forma de boronas de pan, postres a medio comer, botellas de vino a medio consumir que fueron abiertas a la luz de otra luna. La paciencia de los santos, y cualquiera puede convertirse en un artesano de aquellas flores amarillas donde encontrar angeles rosas.
Los elementos han sido dispuestos, o bueno casi todos. Y es que resulta que el último y fundamental ingrediente no puede ser fácilmente encontrado entre las pertenencias usuales de los hombres. Ese corazón honestamente abierto, esa herida que no ha de cerrar nunca pero que ha de doler un poco menos, habrá quienes estén tentados a dejar algo de sangre en la tierra, a ofrecer líquidos sacramentales inútiles o plegarias a dioses largamente muertos. Pero no hay más respuesta que eso, esas cosas que se quedaron por decir mientras la noche se escurre entre las persianas a medio abrir, mientras el café se enfría en la mesa. Pero hazlo bien y no temas, o teme mucho tanto que te tiemble el corazón y las manos y entonces no habrá ocasión para la duda. Tendrás la oportunidad de ver el ángel rosa visitar tu campo de flores amarillas. Y quizás, esta vez, no tengas miedo de pedirle que se quede.
Andres H.